La madre de todas las cebollas pesó 1,30 kg y estamos seguros que no será la única.
Tras meses de duro trabajo, plantar, extender riegos, escardar y luchar contra plagas, por fin llega la tarea más divertida ¡Comer! bueno no, recolectar.
El mérito de que esta cebolla sea tan descomunal se lo debemos a la agricultura ecológica y al trabajo bien hecho.
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